domingo, 4 de septiembre de 2011

BURNING MAN

 Burning Man: una semana de fiesta en el desierto
En el medio de la nada, en un desierto californiano vacío y sin vida de repente algo se ve venir en el horizonte y comienzan a llegar autocaravanas, camionetas, gente, colores, música y objetos de todo tipo. 25 mil personas se ponen de acuerdo para convivir durante una semana en el desierto con sus propias reglas en algo que se llama Burning Man, una comunidad con fecha de vencimiento, un festival neohippie, algo casi imposible de definir.

 
Dicen que es imposible describir el Burning Man sin haberlo visto, sin estar allí, que es imposible etiquetarlo y mucho menos definirlo porque este evento son muchas cosas a la vez.

En primer lugar es un proyecto muy original que comenzó a realizarse desde el verano de 1986, cuando un grupo de 20 personas se reunió en una playa de San Francisco, California. El encuentro fue una verdadera celebración y se convirtió rápidamente en una tradición de la que cada vez más gente quiso formar parte. Quizás por la necesidad de encontrar un lugar donde uno puede mostrarse como la persona que quiere ser, por vivir en un espacio de absoluta libertad o por simple curiosidad, la gente comenzó a llegar año tras año y la plaza quedó chica, fue entonces cuando los organizadores tuvieron que trasladar el Burning Man a un lugar ideal, sin testigos cercanos, y ese lugar fue el desierto.

La experiencia tan difícil de definir es una ciudad temporaria llamada Black Rock, o Piedra Negra, que se crea de la nada en el desierto de Nevada en Estados Unidos. Las 25 mil personas que participan van llegando y conformando Black Rock: una comunidad experimental que tiene como principal objetivo desarrollar todo tipo de expresiones artísticas en el marco de un tema preestablecido por los organizadores del Burning Man. Durante la semana que dura el evento no se permite vender ni comprar nada, por lo que cualquier persona que quiera participar, debe llegar todo lo imprescindible para subsistir, desde comida hasta papel higiénico, agua, jabón, ropa, lo que crea necesario para pasar una semana en el desierto.

Es una excusa para vivir en un entorno completamente distinto del que pueden encontrar en su vida cotidiana. Y esto sin lugar a dudas, despierta la inspiración de muchos que de una u otra forma, sienten la necesidad de expresarse a través del arte, la música
. Todo comienza y termina en la semana que dura el encuentro. Pero estas obras no están del todo libradas a la pura imaginación: cada año se elige un tema; y cada individuo debe hacer lo posible para, desde su propia forma de expresión, aportar al tema general.
Los organizadores del Burning Man dice que la intención “es generar una sociedad que conecte a cada individuo con sus poderes creativos, a la participación en la comunidad, al mayor ámbito de la vida cívica y al aún mayor mundo de naturaleza que existe más allá de la sociedad. Creemos que la experiencia de Burning Man puede producir cambio espiritual en el mundo”. Y no es casualidad que el mismo centro del Burning Man sea esta gran figura que expresa el espíritu del evento: algo grandioso pero a la vez efímero.

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